Dentro del interesante panorama de la sección no competitiva Banda Sonora Original del 34° Festival Internacional de Mar del Plata, con filmes sobre o relacionados con la música y particularmente el rock, mañana se presenta “Satori Sur“, una película de Federico Rotstein que sigue el recorrido del periodista, gestor cultural y poeta Miguel Grinberg.
El filme toma como excusa el 80 aniversario de Grinberg, celebrado en el CCK en 2017 y a partir de allí indaga en la labor contracultural de este personaje, central en la llegada del movimiento beatnik a la Argentina, habiendo sido el primer traductor y editor a través de su publicación “Eco Contemporáneo” de Allen Ginsberg, lo que le abrió las puertas de una parte de la cultura norteamericana de los 60.
También aparece en el filme el realizador lituano-norteamericano Jonas Mekas, venerado en el país por incondicionales seguidores y con varias visitas a estas tierras, fallecido en enero de este año y a quien el festival le rinde un homenaje en esta edición con la proyección de “Walden: Diaries, Notes and Sketches” de 1969 y “Lost, lost, lost” de 1976.
Grinberg y Mekas fueron amigos en la Nueva York de la década del 60 y establecen en el filme una malograda comunicación vía Skipe, en la que Grinberg le formula una pregunta a Mekas.
La comunicación es defectuosa y la pregunta no llega al interrogado, que desde Nueva York prefiere no insistir en un diálogo tecnológico que falla en varios intentos, lo que atribuye a la inconveniencia en seguir mirando para atrás.
Con motivo de la proyección del filme (este viernes a las 19 y el sábado 18.30), Télam dialogó con Rotstein.
– ¿Cómo surgió la decisión de realizar un filme sobre Miguel Grinberg?
– La idea me la acercaron Martín Oesterheld y Laura Bruno, productora de la película, que venía trabajando en un proyecto sobre la historia del rock argentino. Al principio abordamos la idea de trabajar sobre la figura de Miguel y fuimos desarrollando la propuesta y el guión con el que salimos a filmar, pero la película fue apareciendo en el rodaje y sobre todo en el montaje.
– ¿Qué le parece que encierra la figura de Grinberg?
– Fue un divulgador clave de la música de Moris, Tanguito y Spinetta. Tradujo a los poetas beats norteamericanos, a Thomas Merton y a Joseph Campbell. Fue un pionero de la movida ecologista en Argentina y el primer cronista que tuvo el rock argentino. Es el héroe de las mil caras, un filósofo, un poeta, un periodista, un pensador espiritual pero a la vez es algo más que la suma de todas sus facetas.
– ¿Cómo fue el contacto con Jonas Mekas y qué trajo al filme?
– Sin Miguel no habría documental pero sin Mekas la película no sería lo que es. A mí me cautivaba tener un interlocutor con el que Miguel pudiese hablar sobre su viaje a Nueva York en el 64 y no había otro personaje mejor. De ahí en adelante fue todo una gestión de Laura (Bruno), que se encargó de contactarlo y convencerlo. Fuimos con la idea de plantear un Skype para que pudiesen hablar del pasado, con dos equipos de filmación, uno en Buenos Aires con Miguel y otro con Mekas. El Skype fue un fracaso y un éxito a la vez… el resultado es lo que está en la película. Todas las líneas de Mekas parecen guionadas porque enuncian y plantean las cuestiones que nos habíamos propuesto filmar, pero nada de eso fue realmente planeado.
– ¿Qué trajo para usted la cultura beatnik al mundo y a la Argentina?
– Por lo que cuenta Miguel, los beats vinieron a ponerle voz a una generación que no se veía representada en la literatura hegemónica del momento. En el caso argentino, vino a romper con una visiǿn muy europeísta que a muchos jóvenes (como Miguel) no los interpelaba, les dio una voz donde verse reflejados. Supongo que les dio también coraje para hacerse escuchar y hacerse leer.